*Información para conductores.

Los fumadores cuando conducen, pueden llegar a tener el doble de posibilidades de sufrir un accidente, respecto a los no fumadores. Según la DGT, la distracción al volante, es la primera causa de mortalidad y se relaciona con el 39% de los accidentes.

Los coches de los fumadores, suelen encontrarse más deteriorados por el humo, en su tapicería y utensilios. Un coche de segunda mano, tiene menos valor si proviene de un fumador y los compradores en un alto porcentaje (42% aproximado) rechazan su compra respecto a los coches en los que no se haya fumado. (1)

El humo del tabaco, perjudica tanto al conductor como a los acompañantes, sin contar con el grado de distracción que la manipulación del cigarrillo, encendedores etc., provoca y su efecto sobre el sistema nervioso, en concreto con la disminución de los reflejos y la respuesta a ellos.

Fumar mientras se conduce, puede relajar y evitar la ansiedad y el síndrome de abstinencia de los fumadores, pero esto no justifica en ningún modo dicha conducta porque el riesgo y el perjuicio son importantes, debiendo procurar, si se necesita fumar, buscar espacios de descanso o parada, para hacerlo fuera del vehículo y por supuesto sin conducir.

Muchas marcas y modelos de coches, ya han retirado los encendedores de sus accesorios.

Para fumar mientras se conduce, además de prestar atención a la carretera y a la conducción, hay que localizar el paquete de cigarrillos, coger uno, siempre con una mano, mientras con la otra, se debe controlar completamente la conducción; habrá que localizar un encendedor, encender el cigarrillo y fumar, todo esto, prestando atención a dos cosas, fumar y conducir, con la consiguiente disminución de atención, concentración y respuesta a imprevistos. Fumar, dificulta una buena sujeción del volante y favorece la aparición de distracciones.

El tabaco, favorece la aparición y aumenta la intensidad de cefaleas, aumenta el cansancio ocular y disminución de la percepción visual, disminuyen los reflejos y favoreciendo la somnolencia.

A esto añadiríamos, el efecto irritante que el humo del tabaco, produce cuando se extiende por el habitáculo, pequeño y cerrado del vehículo, irritando ojos, vías respiratorias que desencadenan tos, se produce más fatiga, menor concentración, disminución de reflejos y somnolencia, debido a la mala oxigenación del aire respirado, cargado de Monóxido de Carbono y pobre en oxígeno, lo que lleva a una disminución en la oxigenación de las células de todo nuestro organismo.

Resumiendo, podemos decir, que fumar mientras se conduce, produce una importante reducción en el rendimiento de la conducción, ya que siempre es difícil hacer dos actividades a la vez, se incrementa la posibilidad de distracciones y se disminuye notablemente la capacidad de respuesta ante imprevistos; situación comparable con cualquier otra acción que se realice durante la conducción como manipular teléfonos, ordenadores o navegadores, sancionado por ley.

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De otra forma indirecta y de manera crónica, el humo del tabaco, afecta negativamente limitando su funcionamiento y deteriorando el sistema respiratorio, cardiovascular, neurológico, visual, psicológico, etc., agravando y desencadenando patologías, como la hipertensión arterial, vasculopatías, cardiopatías, enfermedades respiratorias, que directamente van a limitar nuestra conducción, sin contar con las interacciones que el tabaco presenta con muchos fármacos, disminuyendo su efectividad y su acción.

No debemos olvidar la importancia que desde las consultas de Pediatría, se debe dar a la información a padres y educación a niños, en relación al tabaco y sus consecuencias sobre la salud y actividades cotidianas.

Fte: Fundación mapfre.