*Información para conductores

Se conoce como road rage el fenómeno por el cual cuando dejamos de caminar por la calle y nos sentamos a los mandos de un vehículo cambiamos nuestros comportamientos, de manera que nos dejamos llevar por la ansiedad y el enfado hasta el punto de que como conductores tomamos decisiones erróneas, debido a que nos dejamos dominar por la ira de la carretera, que es lo que significa textualmente road rage.

Esta agresividad no es más que una prueba de la necesidad de controlar nuestras emociones en el coche. La conducción, pese a que se trata de una actividad compleja y sofisticada, en la que entran en juego nuestras aptitudes psicofísicas y nuestras habilidades más racionales, relacionadas con la toma de decisiones, al final se convierte en una actividad emocional que conviene tener bajo control.

¿Por qué la conducción deriva muchas veces en agresividad?

Cuando caminamos por un lugar tranquilo, las cosas que nos rodean se nos acercan a una velocidad de aproximadamente 1,39 m/s (unos 5 km/h). Tenemos la percepción de que dominamos los riesgos que nos acechan (un agujero en el suelo, un árbol en mitad del camino, una persona que se cruza en sentido contrario) porque viajamos a una velocidad natural para nosotros.

Si a un escenario agresivo le añadimos una mayor velocidad, el problema se agudiza. En vez de movernos a 5 km/h, ahora lo hacemos a 80 km/h, conduciendo un lunes a primera hora por una circunvalación en la que el resto de conductores se mueven de forma inesperada, con repentinos cambios de carril, frenazos y maniobras extrañas que utilizando la lógica no comprendemos. A 22,22 m/s (unos 80 km/h), la percepción del riesgo es mayor, y de forma instintiva reaccionamos como reacciona cualquier animal que se siente agredido: con estrés para dar una respuesta más exigente de lo normal, y con agresividad para defender nuestra integridad y así sentirnos más seguros, más tranquilos.

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